Bocaditos crujientes de tetilla con almendra y algún que otro “sorriso”… :)

El queso “Tetilla” es probablemente el más famoso y representativo de los quesos gallegos. Elaborado con leche pasteurizada de vaca de las razas: rubia gallega, frisona y pardo alpina. Se trata de un producto con Denominación de Origen, que debe su nombre a la forma cónica que recuerda a una mama o tetilla. De sabor suave, textura cremosa, ligeramente ácido, y salado suave.

De su origen hay numerosas teorías, desde la que lo sitúa en tiempos de Plinio, que al parecer hablaba de unos quesos de la Gallaecia a los que llama “mamulas lactem”, hasta los que aseguran que procede de un convento de monjas del S.XI. En este enlace os dejo unos apuntes interesantes por parte del consejo regulador, sobre la historia de este delicioso queso.

Ni que decir tiene que este es uno de mis quesos favoritos, simplemente acompañado de membrillo o de unas uvas, es un bocado delicioso!, pero la receta que os describo a continuación resulta muy fácil de elaborar y con ella conseguiréis un entrante sabroso y original.

Estos son los ingredientes:

• Queso tetilla: yo empleé la mitad de una pieza de unos 600 gr, y con esta cantidad me salieron unos 40 bocaditos (el número dependerá de como cortéis las porciones).
• Harina, huevo y almendra picada cruda para rebozar. (Conviene aclarar que usé un paquete que tenía por la despensa de crocante de almendra y el resultado fue más dulzón, pero lo ideal es que empleéis almendra picada cruda).
• Aceite de girasol para freír.

Comenzamos por cortar el queso, retiramos la corteza amarilla y vamos haciendo los trocitos a nuestro gusto.

A continuación los vamos pasando por harina, huevo batido y la almendra, en ese orden.

Y una vez que ya los tenemos todos bien rebozados, llega el “truco”… yo los congelo. A la hora de freírlos, quedan más consistentes con lo que se consigue un bocado crujiente por fuera y fundido por dentro, y además te permite tener siempre la cantidad que quieras utilizar en cada momento.

Y ya sólo queda calentar aceite en la sartén y freírlos a fuego medio-alto. Mejor si freís pequeñas cantidades de cada vez porque se hacen enseguida y hay que tener cuidado de no pasarse. En cuanto la almendra se dora un poquito hay que sacarlos y escurrirlos muy bien.

Casi se me “churruscan” por hacer la foto!!!

Y aquí tenéis el resultado. Como acompañamiento una buena mermelada de tomate, le va como anillo al dedo!

Si habéis leído hasta el final el enlace que os dejé más arriba, entenderéis porque esta entrada se la voy a dedicar a mis amigos y compañeros de “O Sorriso de Daniel”, con los que he compartido y espero seguir compartiendo gratificantes jornadas y aventuras “románicas”… ( otra de mis pasiones). Dedicada especialmente a ti “Danieliño” 🙂

Esta es mi aportación a la iniciativa del mes de Junio de TS  😀

Os dejo aquí el enlace al “recopilatorio” de recetas con queso del reto de este mes, no tiene desperdicio! …